El grafeno, la gran promesa de la ingeniería de materiales que, desde su aparición en 2004, todavía está en vías de demostrar su real valor práctico. Hasta ahora pertenecía más al campo de la ciencia que de la tecnología; las técnicas para producirlo eran limitadas y sus aplicaciones sólo existían a nivel teórico.
Pero dos recientes avances pueden hacer que el grafeno se convierta en una promesa cumplida, y que salga del laboratorio para formar parte de dispositivos tecnológicos reales. Y el primero de los avances es a nivel de su manufactura.
Hasta ahora, según experiencia de los investigadores, el grafeno se "cultivaba" a temperaturas sofocantes, utilizando una técnica denominada deposición química de vapor.
"En este proceso, se hace pasar una mezcla de gases por sobre un metal -una película de cobre o níquel- calentado a 1.000°C, que funciona como catalizador", explicó Daniil Stolyarov, director de tecnología de Graphene Laboratories.
"Moléculas de metano se descomponen sobre la superficie del metal y liberan átomos de carbono, que luego se ensamblan conformando una película de grafeno". Esto es un sistema complejo, pero de muy bajo rendimiento.
Pero hoy en día investigadores de la Nothern Illinois University (NIU) han encontrado una forma mucho más fácil de producir grafeno a gran escala, quemando magnesio en hielo seco.
Los científicos aseguran que el método es simple, rápido y tiene un menor impacto ambiental. El equipo, que publicó sus hallazgos en la revista Journal of Materials Chemistry, dijo que logró producir grafeno de "unas pocas capas", de varios átomos de espesor.
El descubrimiento de la Nothern Illinois University ocurrió mientras los investigadores experimentaban con la creación de nanotubos de carbón. "Nos sorprendió a todos", dijo Narayan Hosmane, profesor de química y bioquímica.
Esperamos pronto mayores detalles sobre el particular, con el fin de ver su utilidad en la industria tecnológica.
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