El olor característico de nuestros libros antiguos,debe su origen a cientos de compuestos orgánicos volátiles (VOCs, por sus siglas en inglés) liberados desde el papel al aire. Además de inconfundible, este olor puede resultar muy útil para conocer el estado de conservación de los viejos volúmenes, según un último estudio acabado de publicar en la revista Analytical Chemistry.
Según esta investigación, “oliendo” los gases emitidos por 72 documentos antiguos de los siglos XIX y XX con una nueva técnica llamada “degradómica material”, un equipo de científicos británicos y eslovenos ha conseguido identificar 15 moléculas volátiles que podrían ser buenos marcadores para cuantificar el riesgo de que se degraden la celulosa, la lignina (el polímero orgánico más abundante en el mundo vegetal), la fibra de madera y otros componentes de los libros.
Esta técnica no invasiva podría ayudar a las bibliotecas y los museos a preservar una amplia gama de objetos basados en papel, algunos de los cuales se están deteriorando rápidamente debido a su avanzada edad.
Enlace: Analytical Chemistry