La lucha de las grandes empresas informáticas contra la piratería de software, continúa sin pausa día a día. Ambos bandos han evolucionado de forma significativa, convirtiendo a esta situación en un gigantesco duelo que no parece tener fin, desplegando sistemas de protección y explotando vulnerabilidades.
La popularidad de los productos de Microsoft ha convertido a esta empresa en un blanco por excelencia para la piratería. Lamentablemente, Windows 7 (que ya cumplio seis meses) no ha sido la excepción, pero lo más llamativo del caso no es el hecho de haber sido pirateado, sino las facilidades y vulnerabilidades existentes para alcanzar este objetivo.
Todos sabemos que no hay un sistema de seguridad infalible. Por lo tanto, la idea de «seguridad eficiente» es hacer que aquel que intenta superar al sistema deba sudar sangre por cada poro antes de lograrlo.
Las protecciones anti-copia y la autentificación en línea son dos sistemas muy comunes en la actualidad, tanto en juegos como en sistemas operativos. Dichas protecciones han evolucionado mucho, pero así también la habilidad de los crackers.
Uno de los ejemplos más recientes es el del sistema DRM implementado pro Ubisoft en sus juegos, que demanda del usuario una conexión constante a Internet para validar el juego. ¿Cuánto le duró la «exclusiva» a Ubisoft? Menos de 24 horas en el caso del Silent Hunter 5.
El sistema de protección de Ubisoft resultó ser uno de los más duros en existencia, y aún así fue derrotado. ¿Qué queda para los sistemas operativos entonces? En realidad no mucho.
¿Recuerdan el caso de The Pirate Bay? Los dueños del sitio no fueron juzgados por «ser piratas», sino por «facilitar el proceso de violación a los derechos de autor», algo que si fuera implementado a nivel mundial, no dejaría títere con cabeza. Piénsenlo por un momento: La misma esencia del funcionamiento de Internet se basa en copias, réplicas y duplicaciones.
Entonces, ¿es posible llevar a la cárcel a Internet? Ciertamente no. Por lo tanto, es muy sencillo probar que la persecución de la redes de intercambio no tiene efecto o fundamento. Sin embargo, ¿qué pasa cuando el canal de distribución es oficial? ¿Puede una empresa denunciarse a sí misma?
Con el lanzamiento de Windows 7, Microsoft ofreció una edición especial de la versión Home Premium a estudiantes, quienes solamente debían pagar la suma de treinta dólares para acceder a una copia Upgrade legítima.
El método de distribución para dicha copia es digital, por lo tanto, un estudiante con una de estas licencias Upgrade puede descargar la imagen de la red, y copiarla a un pendrive USB o grabarla en un DVD para actualizar Windows XP (con borrado previo del disco duro) o Windows Vista, a una edición Home Premium de Windows 7.
Presentado de esta manera suena perfecto, sin embargo, ¿qué impide que otra persona con un enlace directo pueda descargar una copia de la imagen? Absolutamente nada.
Tal y como sucede con los hotfixes protegidos por el sistema de validación en el sitio de descargas de Microsoft, la imagen Upgrade de Windows 7 Home Premium puede ser descargada desde un servidor oficial si se tienen los enlaces directos.
En otras palabras: El general va a defender la frontera, pero deja abierta la puerta del fuerte. Esta y otras imágenes deberían ser defendidas con mucho más recelo, pero si hay algo que no puede hacer Microsoft es quitarlas de la red. Después de todo, hay clientes legítimos que pueden necesitarlas, y sus intereses están por encima de los que pueda tener cualquier pirata.