Podemos resumir que esta entrega de los Premios Oscar, va a pasar para el recuerdo como el triunfo del cine tradicional sobre las nuevas tecnologías. Los premios concedidos por la todopoderosa industria del cine estadounidense, los Oscars, han sido recogidos por manos más acostumbradas al montaje con tijera que a las modernas técnicas de filmación en 3D.
Más allá del enfrentamiento profesional entre James Cameron, dueño y señor de la taquilla, contra su ex esposa, Kathryn Bigelow, primera mujer merecedora del galardón a mejor dirección, la batalla también se libraba en otros frentes, el cine tradicional contra las últimas tecnologías en filmación.
Fuera de las categorías a mejor dirección y mejor película, ningún film que viva de los efectos especiales había conseguido introducir ningún candidato en las categorías interpretativas. Tan sólo “Up” y “District 9” se colaron en los mejores libretos, cada uno en su categoría, finalmente las cintas: “En tierra hostil” y “Precious” se llevaron el Oscar a casa.
El esperado film “Avatar”, que el propio Cameron calificó de «película no candidata» a las grandes categorías, fue vencida también en las llamadas categorías técnicas, donde las grandes superproducciones de ciencia ficción casi siempre suelen ganar.
Por otra parte, la gala también contó con una representación del mundo tecnológico. El fundador de Apple, Steve Jobs, que durante años fue CEO de Pixar, también se vistió de gala para pisar la alfombra roja del Kodak Theatre.
Jobs, que compró la compañía a George Lucas en 1986 por 5 millones de dólares y en 2006 completó la venta de la misma a Disney por 7.400 millones de dólares, se dejó ver en Los Ángeles, quizá para apadrinar el primer anuncio en televisión de su nuevo invento iPad, o bien para ver los progresos del que un día fue su vástago.
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