En esta época tan moderna que nos ha tocado vivir, existen múltiples adelantos tecnológicos que hace unas cuantas décadas atrás era impensado soñar.
Pero, a la par con estos adelantos, el trajín diario, una mala dieta en nuestra alimentación, así como otros factores hereditarios, han aumentado los factores de riesgo de un posible ataque al corazón.
Según la opinión de expertos cardiólogos, los factores de riesgo para un ataque al corazón pueden clasificarse en tres tipos. Existen los que no son modificables, como la edad y el género; los que son parcialmente modificables, como la diabetes; y los que son totalmente modificables.
Entre estos últimos, destacan las recomendaciones que establece la página web Botanical-online.com. Con relación a los factores modificables, menciona los siguientes puntos a tener en cuenta:
Evitar el tabaco. El monóxido de carbono resultante de la combustión de los cigarros impide la correcta oxigenación de las células. Esto obliga al corazón a bombear más sangre de la que es necesaria. El tabaco también neutraliza la acción de muchas vitaminas y favorece la adhesión de placas en las arterias.
Hacer ejercicio. La actividad física ayuda a liberar la tensión, fortalece el músculo cardíaco y evita la obesidad. Incluso es recomendable hacer ejercicio para quienes ya han sufrido un infarto, aunque es necesario realizar pruebas de esfuerzo previas, para no exceder la capacidad cardíaca.
Asumir hábitos alimenticios saludables. La ingesta reducida de grasas saturadas y sal es una de las maneras más recomendables de mejorar la salud cardíaca y prevenir los infartos.
Tener una actitud relajada. El estrés contribuye a aumentar el ritmo cardíaco y la presión arterial, por ello es benéfico evitarlo. Tomar una actitud calmada, evitar discusiones y enfados innecesarios es altamente recomendable. Igualmente se sugiere buscar divertirse y estar contento.
Descansar adecuadamente. Dormir lo suficiente y reposar lo necesario es ideal para mantener la buena salud del corazón.
Entre los factores no modificables, se encuentran la edad y el género. Se ha probado que los hombres son más propensos a sufrir infartos a partir de los 50 años. Sin embargo, no es raro que sufran ataques desde los 30. Las mujeres, en cambio, se vuelven más susceptibles a partir de los 60 años y es atípico que presenten infartos en su edad reproductiva.
Por último, existe un factor de riesgo parcialmente modificable, que es la diabetes. Padecerla aumenta el riesgo de sufrir un ataque al corazón. Si bien puede prevenirse mediante una alimentación balanceada, baja en azúcares y sal, también es cierto que la genética vuelve a ciertas personas más propensas a padecerla. Por ello se recomienda conocer los antecedentes familiares y realizarse chequeos médicos frecuentes.